Como anunciamos en noticias anteriores, la Lic. Andrea Arcucci de la Universidad Nacional de San Luis y el Prof. Leonardo Filippi, ahora del Museo Carmen Funes, presentaron en el III Congreso Latinoamericano de Paleontología de Vertebrados, celebrado hace dìas en la ciudad de Neuquén, un trabajo referente a un ejemplar de crocodilyforme. Este pequeño cocodrilo que vivió hace unos 83 millones de años en lo que hoy es Rincón de los Sauces, esta compuesto por el postcraneo, que incluye, los miembros posteriores, gran parte de la cola, huesos de la pelvis y algunos de los cuerpos vertebrales dorsales. Todavía pueden verse las placas dérmicas adheridas en la region dorsal de la columna de este animal. Desafortunadamente, la falta de restos del cráneo, impiden una determinación mas precisa del grupo al que pertenecio este cocodrilo. Nuevos ejemplares de cocodrilo hallados en otras latitudes, los cuales poseen craneo y postcraneo asociados, también son dificiles de asignar, lo que estaría indicando y sugiriendo con mayor énfasis, la presencia de varias formas intermedias, que no solo ampliarían la diversidad sino que modificarían sustancialmente la filogenia de estos antiguos animales, de los cuales aun existen representantes vivientes.


Se trata de Aerosteon, el dinosaurio carnívoro que se considera el eslabón perdido en la evolución de los dinosaurios a aves. Los restos fueron encontrados en Cañadón Amarillo, en Malargüe, y después de 12 años vuelven a Mendoza.

El sur de Mendoza fue el escenario de un hallazgo paleontológico de gran relevancia internacional. Después de 12 años de trabajo sobre los huesos del Aerosteon riocoloradensis, encontrado a orillas del Río Colorado en la zona de Cañadón Amarillo (Malargüe), el equipo investigador conducido por el reconocido investigador Paul Sereno de la University of Chicago, descubrió que el fósil corresponde a un dinosaurio carnívoro que comparte características con las aves actuales, lo que transforma al Aerosteon en el “eslabón perdido” entre saurios carnívoros y aves. Este descubrimiento ubicará a Mendoza en la portada de noviembre de la edición internacional de la revista National Geographic, repercusión periodística que despertará un creciente interés de la comunidad científica internacional por nuestra provincia. Además, el informe de 40 páginas realizado por Sereno, fue publicado hoy en la revista electrónica PloS One.

Los restos fueron hallados durante una campaña conjunta entre las universidades de Chicago y San Juan, con apoyo de personal técnico del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano (dependiente de la Secretaría de Cultura).

Tras haber sido estudiados durante 12 años, serán restituidos a Mendoza, en cumplimiento a lo que establece la Ley Nacional 25743 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico. Actualmente, el esqueleto investigado en la University of Chicago se encuentra en la Aduana de Ezeiza, a la espera del cumplimiento de todos los trámites administrativos a fin de que el Aerosteon pueda llegar a Mendoza, dónde quedará en custodia del Museo Moyano, hasta tanto hayan condiciones para la preservación en Malargüe, cuando se concrete el anhelado Museo de Ciencias Naturales de ese departamento.
(Nota: tomado del diario Jornada Mendoza)


No siempre, los más importantes hallazgos son realizados por prestigiosos investigadores de gran trayectoria y barba blanca, en ocasiones el entusiasmo y la persistencia lograr resultados muy significativos. Este es uno de esos casos, que involucra a un grupo de aficionados pero voluntariosos paleontólogos. El grupo está formado por vecinos de San Pedro, una bella ciudad turística y frutícola, situada a 165 kilómetros al norte de Buenos Aires, Argentina. Julio Simonini es ginecólogo, Fernando Chiodini, un jubilado, y Julián Blanco cursa estudios secundarios. El bichito de la paleontología los picó en diciembre de 1998, cuando José Luis Aguilar, técnico químico, descubrió mientras paseaba por un humedal, el fémur de un armadillo gigante. La mayoría de las especies provienen de los terrenos que la empresa Spósito S.A., cedió al infatigable grupo de aficionados, en la zona del Bajo Tala, a unos siete kilómetros del Río Paraná. Al poco tiempo de comenzar las excavaciones, Aguilar y sus amigos descubrieron en la franja gris-verdosa de la cantera, un verdadero cementerio de fósiles. Allí, bajo una costra de limo, aparecieron los restos de un Hippidion, un ancestro del caballo actual. Las incógnitas que rodean al yacimiento del Bajo Tala, despertaron el interés de la española María Teresa Alberdi, investigadora del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. En julio de este año, la paleontóloga recogió una muestra del suelo para determinar su edad mediante la técnica de la termoluminiscencia. Hasta hoy sólo se han relevado el 5% del cementerio de fósiles. Quién sabe cuantos tesoros aún quedan por descubrir, concluyó José Luis Aguilar.
(Nota extraída del diario El Mundo, España)

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