De sólo pensar que esa piedrita tan chiquita, con forma de una caracola que está delante de mis ojos tiene… ¡70 millones de años! la mente se inquieta y el cerebro trata de hacer magia para descifrar o, al menos, poder dar una respuesta coherente a eso que fija la vista Imposible. Casi imposible de imaginar. ¡¿Cuánto es 70 millones de años?! ¿Qué pasó en toda esa 'eternidad'? "Es la inmensidad del tiempo, la profundidad del tiempo geológico lo que te golpea, porque escapa de todas las medidas humanas", explica un experto en geología. "¡Cuando el mundo no era mundo!", suelta, más mundana, una amiga en una sola carcajada. Y tal vez sea algo así. Al menos, el mundo no era el "mismo mundo" que conocemos hoy. En La Antártida, por ejemplo, no había hielo, y ni siquiera hacía tanto frío. Es más, por esos remotos lares había bosques frondosos y hasta dinosaurios. Así lo recuerdan los que saben y así lo demuestran los hallazgos invalorables de los últimos años. Entre ellos, el más reciente, los restos de un "dino" encontrado por el paleontólogo Rodolfo Coria. Un enigma aún no descifrado. Pero si esto ocurre apenas con ver uno de los impactantes restos fósiles de invertebrados marinos que fueron hallados y "rescatados" de la Antártida… ¿cómo será ver, todas juntas, las más de 10.000 piezas que viajaron desde esa región tan remota a Roca? ¿Cómo será apreciar, de un solo vistazo, algo así como una tonelada y media de "historia" que reflejan los restos de caracoles, conchillas, y hasta algunas plantas que tienen entre 40 y 70 millones de años? Y bueno, habrá que probar. Porque se trata de una colección grandísima –una de las más grandes de Sudamérica, de piezas fosilizadas de la Antártida– que está siendo limpiada, procesada y clasificada en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales para una muestra que se estrenará en poco tiempo más. Silvio Casadío, un profesor y geólogo pampeano radicado en tierras roquenses, es el responsable del motor de la muestra. ¿Por qué? Porque viajó a aquellas congeladas tierras en siete oportunidades, con sendas campañas científicas, y se encargó prácticamente en soledad de coleccionar durante siete veranos antárticos cada una de las piezas que ahora logró traer en muchísimas cajones de madera para comenzar a depurar. Esta tarea recayó en manos de sus estudiantes de la Universidad Nacional de Río Negro, de las licenciaturas en Paleontología y Geología, quienes están enteramente dedicados a limpiar los materiales con mucha paciencia, desvelados por el sueño de descubrir a través de ellas las huellas de aquel pasado tan imaginado."Éste es el resultado de siete campañas antárticas de verano en el archipiélago James Ross que queda al noreste de la península antártica", cuenta Casadío, con los ojos brillantes, mostrando cajas y cajas repletas de pequeñas ostras, caracoles e infinidad de especies de invertebrados marinos. "James Ross es la isla más importante y allí hay lugares donde durante el verano hay afloramiento de rocas, entonces uno puede ir a estudiar la geología de esa zona", dice. "En esos lugares se coleccionaron en las siete campañas una tonelada y media de materiales. Es la mejor colección que hay en Sudamérica de fósiles provenientes de la Antártida. Está depositada aquí en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales, porque la UNRN logró "rescatar" esta colección y depositarla en este lugar". Tamaña colección –se estima en alrededor de 10.000 piezas– aún está prácticamente como salió del campo. Sucia, con tierra, envuelta en bolsas y cajas. Así y todo, cada una de las pequeñas piezas que afloran generan entusiasmo y avidez por ver más y más. Hay fósiles de unos 5 millones de años hasta 70 millones de años. "Durante un período que va entre los 70 y los 40 millones de años, la Antártida estuvo libre de hielo y es muy interesante estudiar fósiles de esa edad porque hubo una conexión muy estrecha entre Patagonia, La Antártida y Australia por el otro lado. Australia todavía no se había separado de Antártida entonces los organismos podían cruzar desde la Patagonia hacia Australia a través de Antártida. Entonces lo que hacemos es estudiar a través de estos fósiles, de estas rocas, las conexiones que existieron en el hemisferio sur durante esa época", explica Casadío. Básicamente, la exploración permitió encontrar caracoles, almejas, cangrejos, fósiles de invertebrados marinos y también restos de plantas. "Lo que más llama la atención de esto es la preservación del material -se entusiasma el experto-. Las conchillas originales se han preservado, realmente en muchos casos es sorprendente la calidad del material. Hay fósiles que preservan el nácar original del organismo. Son piezas, en muchos casos, únicas".
Fuente: Silvana Salinas, Diario Río Negro.
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