El evocar la imagen de Charles Darwin nos remite casi sin pensarlo a su gran obra, “El origen de las especies”. Tras su publicación en 1859, se logró una explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza, debido una serie de modificaciones evolutivas acumuladas a lo largo de sucesivas generaciones. La evolución ha sido aceptada como un hecho por la comunidad científica, pero su teoría de la evolución mediante la selección natural fue tenida en cuenta recién en1930. La teoría de Darwin, además de los aportes realizados por Alfred Russel Wallace y las Leyes de Mendel, sumados a los avances genéticos que se sucedieron posteriormente, han constituido la base de una Síntesis Evolutiva Moderna o Teoría Sintética de la Evolución. Esta teoría que pese su aceptación general, también posee sus críticas, se ha enriquecido desde su gestación en los años 1940, a partir de otras disciplinas relacionadas, como la biología molecular, la genética del desarrollo o la paleontología. Aún así, el trabajo realizado por Darwin en sus viajes a bordo del Beagle, continúan siendo la piedra angular de la biología moderna, ya que representa una explicación lógica plausible sobre la diversidad de la vida. “…Este asombroso parentesco entre los animales vivos y muertos de un mismo continente arrojará, estoy seguro, más luz sobre la aparición de los seres orgánicos en nuestro planeta y sobre su desaparición que cualquier otra serie de hechos…" (C. Darwin).

Junto a los restos fósiles de un dinosaurio que hace una semana quedó al descubierto en la calle Alderete, Nueuquén Capital, hallaron ayer un grupo de huesos más que correspondieron, al parecer, a un animal más chico. Con herramientas poderosas esperan terminar hoy el desenterramiento de las piezas para que continúen las tareas de pavimentación.

El director de Patrimonio Cultural de la provincia, Juan Isasi, confirmó que, al parecer, se trata de saurópodos, tanto el que hallaron con anterioridad como el que apareció ayer. Los trabajos están a cargo de un equipo de paleontólogos del museo de El Chocón. Lo primero que debieron hacer fue determinar qué tipo de hueso era porque nada a simple vista indicaba que fuera de un dinosaurio. Uno de ellos, Juan Canale, había advertido que luego de extraer los huesos del primer animal tendrían que ver si no había más restos, algo que finalmente ocurrió. Isasi cree que hoy a la tarde a más tardar habrán terminado las tareas en el lugar y la empresa constructora podrá seguir los trabajos de emparejamiento para asfaltar dicha calle.

Fuente y Foto: Diario Río Negro

El hallazgo no se realizó, como es común en Patagonia, en la inmensidad de su agreste paisaje, sino en plena ciudad de Neuquén; el horizonte no lo recortan los cerros, sino los coquetos chalets de techos de tejas rojas; y no hay cañadones ni se escucha el silbido del viento, sino que a los pocos metros cruzan las calles asfaltadas y ronronean los motores de los colectivos del transporte urbano. En el corazón del barrio Sapere (Neuquén Capital) aparecieron los restos de un dinosaurio que es de gran tamaño.
"No es tan inusual, porque la ciudad está salpicada de lugares donde se encontraron fósiles de valor paleontológico, pero sorprende el hallazgo y más éste, que parece estar en muy buen estado", afirmó el director de Patrimonio Cultural de la provincia, Juan Isasi.
Hasta ayer un equipo de paleontólogos del Museo de El Chocón había descubierto un buen tramo de una pieza que, tras los estudios de rigor, confirmaron que se trata de un dinosaurio. "Terminar de limpiarlo y extraerlo podría demandarnos tiempo, pero la cuestión es si hay más huesos, y ojalá así sea, y entonces habrá que seguir trabajando", comentó Juan Canale, quien con el también paleontólogo Alejandro Aluza y los técnicos Gloria González y Rogelio Zapata, asumieron la tarea de extraer las piezas.
El hallazgo se produjo el jueves pasado cuando el maquinista de la empresa encargada de la apertura de la calle Alderete, a la altura del 1800, distinguió que ese elemento blancuzco que afloraba entre al arcilla rojiza, no era una piedra común, y dio el alerta.
"No es raro que nos ocurra esto. Después de tantos años de trabajar en movimiento de tierra uno ya reconoce lo que es una piedra petrificada de un hueso. Se aprende a distinguir entre arena, arcilla, ripio lavado? en fin, uno sabe cuando un cuerpo tiene algo de particular", dijo Arnaldo Parra, operario de la empresa que lleva a cabo los trabajos.
"Fue simple, vio el hueso, lo reconoció con una habilidad digna de destacar y dio aviso. A partir de ese momento activamos los mecanismos para estos casos. Hicimos las comprobaciones y como nuestro paleontólogo, Rodolfo Coria, se encuentra en la Antártida, convocamos a la gente de El Chocón, quienes de inmediato nos dieron su colaboración", señaló Isasi.
Aparentemente hay un segundo hueso detectado, a escasos metros del otro, que demandará atención y más trabajo.